La salud mental de los excombatientes. Un par de precisiones inquietantes

Hay casos en los que los datos, crudos y fríos, perjudican más el sentido de lo que se pretende expresar de lo que aportan. Este, creo yo, es uno de ellos: hay montones de datos, verdaderas enciclopedias, sobre las consecuencias del stress de guerra entre soldados norteamericanos, muy especialmente después de la guerra de Vietnam y los conflictos de Irak y Afganistán.

Por lo que parece, han sido estos tres últimos conflictos los que peor han sentado a la salud mental de los excombatientes, con mucho millares de antiguos soldados en tratamiento, montones de suicidios, y demasiados ataques a la población por parte de gente que, con un arma, se volvió tarumba y comenzó a disparar a todo el mundo.

Aquí es posible que  sí convenga un dato: entre asesinados y suicidas, la guerra de Vietnam provocó al menos otras diez mil víctimas dentro del territorio de los Estados Unidos, y las dos guerras de Irak van ya por cerca de los dos mil, aunque supongo que estos satos dependen mucho, o casi todo, de la metodología que se emplee.

Lo primero que le viene a la mente a un europeo es por qué suceden estas cosas. Cabe suponer que las personas no son capaces de asumir sus propios actos o no son capaces de encajar lo que han visto o han hecho con sus esquemas mentales y eso destruye su salud mental. pero quizás no sea tan simple

Recuerdo que lo pregunté a mediados de los años noventa a un alto oficial alemán, excombatiente de la II guerra mundial, y nunca olvidaré lo que me respondió:

-¿Sabe usted? Los alemanes también hicimos algunas cosas y vimos algunas cosas durante la guerra, pero aquí, que yo recuerde, nadie se ha vuelto loco y ha salido con un arma a matar a sus vecinos...  Seguro que alguno se ha suicidado, por supuesto, pero entre los excombatientes de mi unidad no ha habido ni un solo caso... ¡y somos varios miles!

Seguramente sea sí, y no tengo razones para dudarlo. De hecho, yo tampoco recuerdo haber leído nada sobre ninguna matanza en Alemania organizada por un excombatiente. La pregunta es POR QUÉ.


Y ahí regreso al testimonio de este  hombre, ya fallecido hoy en día:

-Pues puede ser por dos razones. Una buena y otra no tanto. Le cuento la buena: Cuando los americanos regresan a casa muchos de sus conciudadanos les tratan como apestados, a pesar de haber vencido, o peor aún cuando perdieron, o casi perdieron, como en Vietnam. Eran los tiempos de los hippies, de la paz, y de la lucha contra el imperialismo, incluso desde dentro. Resulta que han estado lejos, arriesgando su vida y viendo como muchos de sus amigos morían o quedaban mutilados, y cuando regresan a ese mismo país que creían defender se encuentran con que les llaman asesinos, o lacayos defensores de las multinacionales. Y muchos se quebraron por dentro porque no pudieron soportarlo. En nuestro caso, perdimos, nos hicieron prisioneros, pasamos las de Caín, y volvimos a casa, donde todo el mundo nos apreciaba. A mí, incluso me guardaron un par de años mi puesto de trabajo para cuando regresé del campo de prisioneros. Y el tipo al que echaron para que yo regresase a mi puesto ni siquiera se quejó. Era normal, y se acabó. Los excombatientes éramos los soldados de la patria: habíamos luchado por una causa equivocada, cierto, pero habíamos cumplido con nuestro deber y se acabó. Y la diferencia es muy importante. Mucho. 

-¿Y por eso no se volvió casi nadie loco en el caso alemán? -le pregunté yo.


-Claro.La genet se vuelve loca cuando algo no encaja en su cabeza y lucha pro hacerlo encajar. Los poobres americanos regresan a menudo a un país distinto del país del que salen, y eso les rompe la cabeza y el espíritu. Esa, ya digo, es la opción buena.

-¿Y la mala?-quise saber.

-La mala es que aquí nadie se volvió loco porque nadie se arrepiente de nada. Se hizo lo que se hizo, se vio lo que se vio, y ya está. Vuelves a casa y no te preocupas más porque así es la vida.  Pero eso es mejor dejarlo correr...¿no le parece?

Otro día contaré lo que hablé con un excombatiente ruso. La diferencia es absolutamente inapreciable. 

Matamos, quemamos, violamos, volvimos a casa y regamos las patatas, que estaban secándose casi cuando llegue a mi aldea. ¿En qué otra cosa iba a pensar más que en las malditas patatas?

Textualmente, he citado.

Quizás, lo necesario, sería analizar el alma de Europa, pero no me atrevo.

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