España nunca meterá los tanques en Cataluña

Si se observa la dinámica del independentismo catalán se puede llegar fácilmente a la conclusión de que, al final, todo el conflicto deriva en una única pregunta: ¿llegará el Gobierno de España a imponer sus tesis mediante el uso de la fuerza?

De momento, parece obvio que la respuesta para los nacionalistas es que no, y que los unionistas dan por descontada una respuesta positiva, con lo que esta es la clave de todo el futuro del proceso.

Analicemos en primer lugar cómo se llega a esta cuestión y luego cual es, desde mi punto de vista, la respuesta a la pregunta.

El Gobierno central tiene en su mano la Constitución y las leyes, y ambas prohíben un referéndum o consulta parcial en un único territorio, pues el sujeto de soberanía es todo el pueblo español. Como Estado constituido, España tiene el derecho y el deber de hacer cumplir estas leyes, y la legitimidad de hacerlo tras la aprobación democrática de estas.

Por su parte, los nacionalistas apelan a derechos humanos y a conceptos de amplitud general, como el derecho de autodeterminación o el valor de la voluntad popular. Para ellos, utilizar la ley de forma que vulnere estos derechos es una forma ilegítima de legalidad, con lo que se creen plenamente legitimados para actuar contra le legislación, en aras de derechos superiores.

Hay mil y un foros donde se discute esto, con ejemplos, analogías y grandes broncas, así que no vamos a insistir en unos y otros argumentos. La cuestión que verdaderamente importa es qué sucede cuando la negociación no es posible, y en este caso no lo es, pues que no se puede celebrar medio referéndum ni se puede hacer media consulta. Los nacionalistas no pueden renunciar a sus pretensiones sin autodestruirse como tales y el gobierno central no puede consentirla sin implosionar como garante de las leyes actualmente en vigor.

Por tanto, si llegada una fecha el gobierno catalán convoca la consulta, o declara unilateralmente la independencia, el Gobierno central debe decidir si negocia, lo consiente o utiliza todos los medios a su alcance para impedirlo. Y ahí llega la gran pregunta: ¿es la fuerza militar uno de esos medios a su alcance?

Francamente, creo que sí, pero con algunos matices que trataré de explicar.

En cualquier país mínimamente democrático, el Estado tiene el monopolio de la violencia, y recurre a ella para el garantizar el cumplimiento de las leyes. Por eso es por lo que se encarcela a la gente y por eso te pueden enviar a los GEOS, armados hasta los dientes, en caso de secuestro o asalto a un banco. La idea, tantas veces repetida, de que el Estado no se atreverá a usar al violencia creo que carece de base jurídica y aún más de base práctica.

Sin embargo, en un caso como este, entran en juego otros muchos factores, con lo que es esperable y deseable que no se llegue tan lejos. Y lo más probable es que no sea necesario, y esto por dos razones:

-Por una parte, el uso directo de la violencia perjudicaría gravemente la imagen exterior de España, que tendría que emplear grades esfuerzos en explicar en el exterior las razones del empleo de medios tan extremos.

-Por otra, y esta es la clave, España no necesita meter las fuerzas armadas en Cataluña, porque lo cierto es que ya están allí. Son, por tanto, los responsables del nuevo Estado independiente los que deben obligarlas a salir para poder controlar su propio territorio y ejercer la autoridad de facto.

Pongamos dos ejemplos: el aeropuerto del Prat y el puerto de Barcelona. El Gobierno central no tiene que enviar tropas a tomarlos. Sus tropas ya están allí y son los representantes de la Generalitat los que tienen que obtener de algún modo su control. ¿Le dicen a la Guardia Civil y al Ejército del Aire que se marchen? ¿Le dicen a las fragatas españolas, con un megáfono, que dejen de controlar el puerto de Barcelona? Si esperan que, sólo con eso, les entreguen el control de las instalaciones, ¡buena suerte!

Lo normal, en el caso extremo, es que deban ser los independentistas los primeros en necesitar del uso de las armas para hacer reconocer su autoridad en su propio territorio. Y ahí es donde se originan los problemas.

España nunca meterá los tanques en Cataluña, como algunos se empeñan en afirmar o en negar. En el peor de los escenarios, sin acuerdo alguno, deberán ser las autoridades catalanas las que encuentre la manera de sacarlos. Porque estar,.ya están. Porque controlar las infraestructuras, ya las controlan.Porque ocupar las posiciones estratégicas, ya las ocupan.

Y el que quiera ocupar su lugar deberá disparar primero: justamente lo que todo el mundo trata de evitar.

¿Hacia dónde va la violencia en Grecia?

La muerte de un conocido rappero de izquierdas ha sido seguida, hace escasas fechas, por el asesinato de dos miembros del partido neonazi Amanecer Dorado, ametrallados en la sede su partido.
Estamos, pro tanto, ante un estallido de violencia política, que siempre es la primera parte, o el preludio de un conato de violencia mayor o de una guerra civil.

Esperemos, por supuesto, que la cosa no llegue a tanto y las autoridades griegas sean capaces de atajar estos hechos antes de que vayan a mayores, pero hay que tener en cuenta que los partidos radicales, tanto de derechas como de izquierdas, basan su fuerza en el dominio de las calles y que su concepto de negociar pasa por la superioridad frente al adversario, ya que no se admite otra cosa. O si se admite, se considera como una capitulación que puede desmembrad definitivamente el partido.

En este caso, como en tantos otros, hay que analizar en primer lugar la situación del país y luego la de los contendientes.

Sobre Grecia hay poco que decir: paro galopante, Estado en quiebra, situación social explosiva, inmigración alta al ser puerta de entrada de la Unión Europea y servicios públicos y sociales decrecientes.

El Estado es absolutamente incapaz de recaudar impuestos, lo que lo convierte también en un Estado imposibilitado para mantener la seguridad en el territorio, aunque este extremo se determina por grados y está por ver hasta dónde llega la debilidad del Estado y hasta qué punto mantiene cierta capacidad de maniobra.

Así las cosas, tenemos que en Grecia existe, históricamente, un fuerte movimiento comunista y existe también una importante reacción antimarxista, lo que ya dio lugar a una guerra civil (1941-1950) que ganaron las derechas , atajando el primer conato de revolución comunista en la posguerra.

La actual situación ha polarizado de nuevo la sociedad, cansada de la aparente inoperancia de los partidos tradicionales. Por un lado, una parte de la población se ha acercado a las tesis marxistas más radicales, culpando de la actual situación al sistema capitalista y, por otra, parte de los electores prefieren una solución de corte nacionalista radical, a la que le suponen mayor respeto a la propiedad privada aunque la misma o mayor contundecia que a los comunistas a nivel social.

La lucha política e ideológica se centra y se seguirá centrando en la captación de la clase popular. Aunque en un principio esa batalla puede parecer ganada por las izquierdas, la realidad se ha demostrado tozuda a lo largo de la historia y no parece que eso esté tan claro. El avance de la ultraderecha francesa de Marine Le Pen no se está produciendo a costa de los votos de la derecha moderada, sino de la izquierda más radical, y de los socialista. Y no es el único ejemplo.

El talón de Aquiles de ambos movimientos es similar: su horrible pasado. Tanto los comunistas como los nazis tiene su armario repleto de cadáveres, y son responsables de ríos, océanos de sangre. Los nazis, sin embargo, en la mente colectiva, tienen algunas ventajas:

-Se comprometen a respetar la propiedad privada, lo que los convierte en la opción menos mala para los países del entorno.
-El nazismo lucha contra la inmigración, pero no contra la emigración. Uno de los aspectos que más han repugnado a los habitantes de países comunistas ha sido el de "nación prisión", con fronteras vigiladas para evitar la salida de sus propios ciudadanos.
-Tanto el comunismo como el nazismo aparecen hoy como doctrinas caducadas, pero en la mente colectiva permanece la idea de que el nazismo no murió de hambre, lo cual es muy importante cuando se trata de combatir una crisis económica.

En cuanto a los comunistas, cuentan con las siguientes bazas:

-Mayor apoyo de la intelectualidad y grupos de presión de toda Europa y América.
-Mayor aceptación de sus premisas en los foros internacionales.
-Posible, aunque no probable, apoyo de China.
-Posibilidad ofrecer ganancias reales y materiales a sus seguidores tras las oportunas expropiaciones, lo que les haría contar con un núcleo central inexpugnable formado pos los completamente desposeídos.

Ante esta situación, y si llegara estallar la violencia, creemos que si los enfrentamientos empiezan pronto, vencerán los nazis o los más próximos a ellos, mientras que si se logra mantener la paz hasta un momento ya terminal, pueden vencer los comunistas.

Por lo tanto, y como conclusión, cabe esperar que los nazis traten de desencadenar acciones violentas cuanto antes, mientras que los comunistas, por razones estratégicas, intenten desenvolver una estrategia de mayor contención, por el momento.

El Gobierno heleno, y la inmensa mayoría de ciudadanos de este país, deberían, entre tanto, hacer lo posible por desactivar cualquier movimiento inclinado a la violencia. Su supervivencia les va en ello.



Yemen. La guerra que vendrá.

Hablar de una guerra cuando ya se ha producido puede ser muy interesante, por los análisis que requiere sobre la situación de las fuerzas, los apoyos y los suministros, pero en mi opinión es mucho más relevante, y también más sensato, recorrer el mundo lupa en mano en busca de los lugares donde pueden generarse conflictos.
La intención original debería ser intentar evitarlos, pero como eso no está entre nuestras posibilidades, debemos conformarnos con analizar sus causas de modo que comprendamos qué es lo que subyace en esta clase de enfrentamientos. Con esto, quizás, exista alguna posibilidad de detenerlos antes de que alcancen la masa crítica que conduce a la guerra y, si no es así, al menos no tendremos que soportar la constante oleada de simplificaciones que los atribuyen a hechos y mecanismos sociales que en realidad son consecuencias y nunca causas.
Vamos a ver el caso. 
La situación en Yemen:
La república de Yemen es un país musulmán que ocupa parte del sur de la península de Arabia. Lo rodean el mar rojo, el golfo de Adén y el mar arábigo. Limita en tierra con Óman y Arabia saudita. Su capital es Saná. Hasta aquí,  lo que puede encontrarse en cualquier enciclopedia.

Yemen es un país tradicionalmente pobre y dividido en distintas etnias (especialmente los Hashid y los Bakil). El enfrentamiento entre el partido único (Congreso General del Pueblo),  y la rama Yemení de los Hermanos Musulmanes, es constante. El Congreso General del Pueblo ha sido durante décadas el rostro político de una dictadura laica mientras los Hermanos Musulmanes prefieren un gobierno más islámico, pero no está claro todavía si más democrático.

Desde enero de 2011, y coincidiendo con la generalización y extensión de las protestas en el mundo árabe, comenzaron los disturbios en Yemen, centradas en derrocar a del poder a Ali Abdullah Saleh, que había ocupado ininterrumpidamente el poder desde 1978. A pesar de que Saleh intentó calmar a los manifestantes, finalmente las fuerzas armadas dispararon contra la multitud en una céntrica plaza de Saná, matando al menos a 50 personas.
Aunque el Gobierno aseguró no tener nada que ver con estos disparos, este baño de sangre fue el desencadenante de la caída de Saleh, y el inicio de una etapa de inestabilidad donde han cobrado importante fuerza los líderes tribales, convertidos poco a poco en señores de la guerra. Lentamente se fueron fortaleciendo también diversos grupos armados islamistas de todo signo. Existen muchas diferencias entre ellos, pero en Occidente suelen ser agrupados bajo la denominación general de Al Aeda, sin entrar en mayores distinciones.

La caída del dictador no ha ayudado en absoluto a mejorar la situación de la población, ni en lo económico, ni en lo referente a paz social y la seguridad de la población. Los ataques terroristas contra civiles se suceden con cierta frecuencia y el país parece a punto de estallar.
La importancia geostratégica de la península de Arabia, donde cualquier conato de revolución islamista podría extenderse a la vital Arabia Saudita hace que los servicios de inteligencia de los países occidentales trabajen prácticamente a destajo en territorio yemení intentando buscar una estabilidad que no tienen ni idea de cómo alcanzar.
Causas:
Desde mi punto de vista, las causas de este conflicto hay que buscarlas más allá de los temas políticos. En teoría,  la política es un intento de buscar soluciones a problemas previos y, en este caso, esa definición describe perfectamente el orden de los acontecimientos. 
-1- En primer lugar, sólo un 1% de la superficie total del país es irrigable. Con esta geografía física, Yemen tiene que importar actualmente el 95% de sus cereales y el 82% de todos los alimentos consumidos en el país. Y lo que aún es peor: son datos abiertamente reconocidos por el Gobierno yemení. O sea, se trata de un problema alimentario.

¿Y cómo se ha llegado a esta situación? Veamos la gráfica de la evolución demográfica, que es verdaderamente reveladora

Aunque la gráfica llega sólo a 2008, la cifra actual ronda los 24 millones de habitantes. Tenemos, por tanto, un país que en 1980 contaba con menos de 10 millones de habitantes y que hoy, treinta y pico años después, duplica ampliamente esa cifra, sin que sus desiertos se hayan reducido y sin que su territorio ni su riqueza haya aumentado. La demanda interna ha permitido a la economía crecer a buen ritmo durante unas décadas, pero llegado el momento del colapso financiero general, la base del país se ha demostrado demasiado endeble para soportar una población semejante. Pues sí, otra vez el problema del Lebensraum, pero de momento encapsulado en una sola nación, sin traspasar fronteras.
-2- El 90% del total de exportaciones del país procede del petróleo. De esta misma fuente petrolífera procede el 74% de todos los impuestos recaudados por el gobierno, ya sea en forma de cánones a las explotaciones petrolíferas o impuestos sobre el refino o el consumo.
Tenemos, por tanto, que la casi totalidad de los alimentos que comen lo yemeníes se están pagando con petróleo, al igual que los gastos del Gobierno, ya sea en seguridad, infraestructura o los escasos servicios que presta.
Y ahora, sabido esto, echemos un vistazo a la siguiente gráfica:


La producción de los pozos yemeníes declina rápidamente por razones naturales y por falta de inversión en abrir nuevos yacimientos, mucho más caros, y con crudo de inferior calidad. Al mismo tiempo, la economía yemení, consume cada vez más petróleo, dejando menos barriles para la exportación.
Lo que se puede exportar, obviamente, es la diferencia entre la producción y el consumo interno. Y viendo la gráfica nos hacemos claramente una idea de lo que está pasando con las finanzas del país: no pueden seguir comprando alimentos, que se encarecen, y el Gobierno está prácticamente en bancarrota, por la incapacidad de recaudar impuestos.
Así las cosas, y por estas CAUSAS, los grupos tribales, únicos que pueden dar cierto soporte real a la población, recuperan su fuerza, al tiempo que la debilidad financiera del Gobierno permite ocupar su lugar en amplias zonas del territorio a toda clase de señores de la guerra y líderes radicales.
Y no, no es ni su religión ni su carácter: es el común, viejo, infatigable hecho humano de que cuando las cosas van mal, la gente se radicaliza.  Si por el momento se mantiene la paz, una paz endeble, es sólo por el chorro de dinero que inyectan en el país las monarquías del Golfo, temerosas de que las revueltas se extiendan. Pero esto no puede durar mucho ni, de momento, se vislumbra una solución pacífica.

El programa Megatones por Megawatios. Convertir bombas atómicas en electricidad.

El programa Megatones por Megawatios ha permitido, hasta ahora, abaratar artificialmente el precio del uranio, lo que nos ha dejado ante el espejismo de que la energía nuclear es mucho más barata de lo que realmente es en condiciones normales de mercado.

La utilidad de este programa es muy amplia: además de abaratar la energía eléctrica, pone bajo control las armas nucleares obsoletas, les aporta un valor económico, desincentivando su venta en el mercado negro y permite el reciclado limpio y controlado de unos residuos nucleares que de otro modo serían muy peligrosos.

Desde hace ya unos cuantos años, y gracias al programa Megatones a Megavatios, la mitad de la energía nuclear estadounidense proviene de ojivas nucleares rusas desmanteladas. En total, las centrales nucleares suministran una quinta parte de toda la electricidad consumida en Estados Unidos y de esa cantidad, la mitad procede de uranio extraído de armas nucleares desmanteladas.

Para finales de este año  serán unas quinientas las toneladas de Uranio militar reconvertido para usos civiles, lo que unido a todo el esfuerzo realizado desde 1993, año en que se inició el programa, tenemos que se han convertido en energía eléctrica de uso civil unas 15.000 bombas nucleares.

El funcionamiento del programa no es muy complejo: Cuando se desmonta una ojiva nuclear, el metal de Uranio militar se separa del resto de la estructura, se corta en piezas pequeñas, se purifica y se remezcla con otros tipos de Uranio menos agresivos. A este proceso se le denomina reducción de la mezcla.

Lo más normal es utilizar uranio ruso, pues son sus armas nucleares las más obsoletas y las que más peligro corrían de caer en el descontrol, pero también se realiza el mismo proceso con armas nucleares de otros países, en especial EEUU y Gran Bretaña. Este ha sido el destino de la mayor parte de las armas  nucleares de antiguas repúblicas soviéticas hoy independientes, como Kazajstan, Turkmenistán, etc., pero no hay que olvfidar que estas repúblicas, que en general deletrean aún la palabra democracia (y aún van por la M) siguen siendo potencias nucleares.

El programa tiene previsto su final en 2013, lo que tendrá importantes consecuencias en el precio del uranio. Los norteamericanos han intentado prorrogar el acuerdo, pero los rusos no parecen interesados en ello, debido a razones comerciales por una parte, y a la presión de la industria norteamericana del enriquecimiento de uranio, que obtiene mejores beneficios enriqueciendo por su cuenta el material sin tener que comprar la materia prima a fuentes militares.


Por qué Estados Unidos necesita una guerra cada cierto tiempo

Normalmente se habla de la necesidad de los Estados Unidos de buscar nuevas guerras, y se alude a los intereses de las industrias de armamento en gasta los stocks almacenados de bombas, probar los nuevos prototipos y dar a entender que es necesario mantener el arsenal al completo y a la última.

No le falta razón a este conjunto de motivaciones, pero creo que es totalmente incompleto. La razón principal por la que Estados Unidos necesita demostrar cada cierto tiempo su calidad de superpotencia es el hecho de que el dólar carece de respaldo real en riqueza alguna, ya sea oro u otros activos, y sólo el prestigio del país como actor de primer nivel, más allá del bien y del mal, puede mantener su cotización en el pinto deseado. Sólo la condición de superpotencia consigue que los norteamericanos eleven constantemente el techo de deuda y, lo que es más importante, que haya alguien interesado en comprar esa deuda.

El crecimiento del deuda pública norteamericana en las últimas décadas es algo sin parangón y que debería preocupar muy seriamente a todas las economías mundiales, peor mientras su Gobierno dé a entender que puede permitirse el lujo de seguir exigiendo dinero a sus socios sin la más mínima intención de pagar esa deuda si llegara el caso, la deuda puede ampliarse, emisión tras emisión.
Podéis echarle un vistazo a las brutales cifras de deuda americana, clasificada por apartados, en este gráfico, tomado ahora mismo:

 Como quizás en estos casos las cifras desnudas no hablen tan claramente como la evolución de la deuda a lo largo de los años, os ofrecemos también un gráfico de la evolución de la deuda en los últimos años. En este gráfico se refleja la deuda en trillones de dólates americanos, que son los que aquí llamamos billones, o millones de millones.



El último datos es de 2010, pero desde entonces ha vuelto a dispararse y actualmente se encuentra en el nivel de los 17, 54 trillones, siguiendo las magnitudes de este gráfico.
Lo cierto es que lso norteamericanos están manteniendo su nivel de gasto a través de un mecanismo llamado Quantitative Easing, que no es más que un eufemismo por la más conocida expresión de "imprimir dinero a destajo". En estos momentos, y según los datos de la Propia Reserva Federal Americana, imprimen un total de 85.000 millones de dólares AL MES. Por supuesto, lo de imprimir es un atajo expresivo, pues hay muchas otras maneras de inyectar dinero, por ejemplo, mediante apuntes electrónicos, sin necesidad de usar papel.

A esto le llaman allí estímulo macroeconómico, y es la causa final de que las bolsas esté subiendo cuando la economía no acaba de despegar. ¿Y por qué? Porque en alguna parte habrá que meter el dinero, ¿verdad?

A la postre, este dinero se sigue aceptando en los mercados internacionales por el prestigio de los EEUU. Abandonado el patrón oro, y abandonado cualquier otro tipo de control cada país puede crear el dinero que el acepten, todo ese y justamente ese.

Por eso, los norteamericanos entienden que su presupuesto depende de su prestigio internacional, de su capacidad para obligar a terceros países a comerciar y negociar en su moneda y de su capacidad para imponer el dólar como reserva mundial de riqueza. Una reserva donde los demás ponen la riqueza y ellos los papelitos, que no son más que un símbolo de esa riqueza, pero nunca la riqueza en sí.

En estas condiciones, cualquier hecho que erosione su credibilidad es un ataque directo a su bolsillo.
En estas circunstancias no hay por qué dar más explicaciones sobre por qué, cada cierto tiempo, es necesario demostrar quién tiene la fuerza y lo fácil que le resulta imponer sus puntos de vista y sus condiciones.
Y es que en tiempos de paz, el dinero vale lo que vale, y el suyo vale cada vez menos.

Por eso la paz les perjudica tanto.