Un apunte estratégico sobre la guerra de barcos


Autor de la imagen: Augusto Ferrer Dalmau
Asistimos últimamente a diversos eventos en los que los barcos son víctimas de los nuevos tipos de armamento y me pregunto si más que algo casual no será algo sistémico, con enormes consecuencias para el futuro.

Empezamos por la flota rusa del Mar Negro. Está claro que los rusos no hacen más que llevarse palos en este frente, y que la utilidad principal, por el momento, de su flota del Mar Negro ha sido encajar golpes. No vamos a repasar ahora el inventario completo de los barcos perdidos por la flota rusa, pero es verdaderamente impresionante.

En este punto, hay que preguntarse si los ucranianos son particularmente hábiles en el empleo de las armas occidentales y propias antibuque, o si los rusos son particularmente incompetentes en la defensa de sus unidades.  Y el caso es que no creo que ninguna de las dos cosas sea cierta.

Lo mismo pasa ahora en el Mar Rojo. Los hutíes, que no dejan de ser una banda, con todos los respetos, han obligado a la marina mercante de medio mundo a dar la vuelta al cabo de Buena Esperanza porque sus ataques han medio cortado el tráfico en el Mar Rojo. Y esto a pesar del despliegue internacional para garantizar la seguridad marítima en la zona. ¿Son realmente tan certeras las armas hutíes? ¿O es que la flota internacional no es competente? Tampoco creo que se pueda responder afirmativamente a estas preguntas.

La cuestión parece pasar más bien por un cambio cualitativo similar al que vemos en las batallas terrestres. La irrupción de los drones, tanto aéreos como navales, ha abaratado terriblemente el ataque a unidades navales mientras que la defensa es cara, difícil y compleja. En este momento de la Historia, es mucho más fácil atacar un barco que defenderlo, como ya sucedió al inicio de la Segunda Guerra Mundial, cuando los submarinos alemanes causaron una verdadera masacre en la flota aliada, y en muchos momentos de la Primera. 

La situación se puede explicar con un ejemplo que, aunque inexacto, es lo bastante gráfico para hacernos una idea del problema: un portaaviones viene costando alrededor de 6000 millones de Dólares. Un dron de los que se emplean en Ucrania, cuesta uno 20.000 Dólares.  Si en un momento dado se enfraentasen dos potencias con poder equivalente, una de ellas contaría con un portaaviones y la otra con 300.000 drones, por el mismo precio.  Cabe hacerse una idea del reultado del enfrentamiento.

Hasta que esta situación no cambie, el poder naval pasará a un segundo plano con todas las consecuencias geopolíticas que esto implica. 

En primer lugar, ya no será tan fácil mandar una flota a atacar un país lejano. Por ejemplo, una operación como la de los británicos para recuperar las islas Malvinas sería hoy completamente imposible.

En segundo lugar, la hegemonía de los Estados Unidos como potencia global depende de la potencia y omnipresencia de sus flotas. Al tratarse de una potencia aislada por mar del resto del mundo, esto podría protegerlos al mismo tiempo que incapacitarlos para la acción exterior, con lo que ello supone a todos los niveles.

Es posible que en el futuro se encuentre un contrapeso a todas estas armas no tripuladas, tanto las aéreas como las acuáticas, pero la enseñanza actual es que algo muy muy profundo ha cambiado y aún no conocemos las consecuencias.

Mi calendario para la guerra de Ucrania

 No hay manera de acertar gran cosa cuando se pone uno pronosticar la evolución de esta guerra, pero aún así, puede ser un interesante ejercicio intentarlo, aunque siempre nos falte un fragmento en el que apoyar nuestras tesis. Como sucede con la torre de la foto, que aún así se sostiene.

Estamos hoy a 6 de octubre, y tras varios meses de contraofensiva ucraniana, tenemos que la cosa ha avanzado o se ha modificado muy poco. El último movimiento serio de esta guerra fue cuando los ucranianos recuperaron importantes áreas de terreno en Jarkov y Jersón. Desde entonces, casi nada de interés, por mucho bombo que se le haya dado por uno y otro bando.

A partir de aquí, lo que me parece más probable:

-Hasta el 10 o el 15 de Noviembre, lo mismo que hasta ahora. Poca cosa o algún intento ucraniano más de romper las líneas rusas, a los que les pronostico un éxito similar al presente.

 -Del 15 de noviembre al 10 de enero, leña rusa a las infraestructuras. Posiciones defensivas de sus tropas y campaña de cohetes, misiles y drones contra la infraestructura energética del país y contra elementos valiosos de las fuerzas armadas ucranianas. Recordemos que casi todo está escondido en zonas boscosas y se van a caer las hojas de los árboles, lo que va a dar ventaja al que tenga aviación, o sea los rusos. No es un factor decisivo, pero cambia sustancialmente las reglas del juego.

-A partir del 10 de enero y hasta el 1 de marzo, ofensiva rusa. Del tipo que sea. Ese es el momento de los rusos de intentar conquistar más terreno o lanzar las fuerzas que hayan podido reunir para ello. El supermartes de las primarias americanas es el 4 de marzo, y todo lo que sea ver a los ucranianos retroceder en esas fechas va a costar un infierno en la campaña electoral de los que promueven la ayuda a Ucrania. En esas fechas, además, el terreno estará probablemente congelado y los árboles sin hojas.

-De mediados de marzo a junio, intentos de negociar una paz. La que sea. Dependiendo de cómo estén las cosas para entonces, las negociaciones pueden ser de un tipo u otro, y pueden salir mejor o peor.

-A partir de junio, si no hay paz, nuevo intento ucraniano de ofensiva o cosa parecida, esta vez ya con aviones occidentales. Y muy previsiblemente los rusos volverán a posiciones defensivas hasta finales de octubre o primeros de noviembre, salvo cambios sustanciales en los mapas durante los meses anteriores. En este escenario, es muy probable que los rusos lanzaran algún ataque fuerte durante la campaña electoral norteamericana, que se dearrolla a finales de Octubre.

En copnclusión: la guerra no va para corto, salvo que uno de los dos bandos colapse antes, que es el objetivo confeso del tipo de contienda que se está librando.



Rumores sobre la posible entrada de Polonia en la guerra

 

Lo más probable es que se trate de un rumor sin fundamento o de un simple acto de propaganda, pero vale la pena comentarlo, aunque sólo sea a nivel de análisis o como opción para contemplar otros escenarios.

Fuentes del bando ruso informan de que 

"El Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valery Zaluzhny, durante una «conferencia telefónica» anunció los datos de la Dirección Principal de Inteligencia, según los cuales a finales del próximo mes Polonia enviará sus tropas a cuatro regiones occidentales de Ucrania con el pretexto de proteger su territorio de «la invasión rusa y la asistencia al pueblo hermano ucraniano».-según un hacker conocido por sus filtraciones de datos del ejército ucraniano."

"Se informa que el ejército polaco tratará de tomar el control de la región de Volyn, Lviv, Rivne y Ternopil.

Nota: Lo que le da credibilidad es que es un escenario plausible, el ejército de Bielorrusia se despliega en la frontera en la región de Brest, y se informa a las 20:45 que en la embajada rusa en Varsovia están quemando documentos." La foto que ilustra el art´ñiculo es la de la embajada rusa en Varsovia.

La fuente original de este rumor es: https://guerraenucrania.wordpress.com/2022/03/22/parte-de-guerra-22-03-2022-noche/

Este blog suele traducir fuentes rusas, que como es de esperar ofrecen el punto de vista del invasor.

El rumor ha aparecido hoy en otros medios prorrusos que comentan que esto podría suponer la entrada de Bielorrusia en la guerra y que Polonia tomaría esta acción sin el respaldo de la OTAN.

A pesar de que no le damos a esta idea la menor credibilidad, tampoco se la dábamos a la invasión de Ucrania y fallamos, con lo que esta vez nos vamos a limitar a repetir lo escuchado, subrayando, eso sí, que nos parece SUMAMENTE IMPROBABLE que haya algo de verdad en estos comentarios.

Nos parece tan probable como que Alemania esté pensando en recuperar Kaliningrado, pero hay que contarlo, aunque sólo sea como muestra del rumbo que van a tomar las informaciones en las próximas semanas.

Prisa y propaganda


Parece que la frase del título se ha convertido en eslogan en Occidente para hablar de los rusos. Fuera de que sea cierta o no, que no me lo parece, creo que es necesario denunciar el uso de una propaganda tan floja y tan peligrosa, tendente sólo a pedir más violencia.

En el catálogo de recursos de la propaganda militar, es bastante viejo y bastante obvio decir que el enemigo está frustrado, que todo va más despacio de lo que se esperaba y que los nuestros resisten contra todo pronóstico. Se trata de erosionar la moral del adversario y estimular la propia. Hasta ahí, todo según el guión, y de eso ibas Numancia, Sagunto y Massada. Ahí teneís a todo un ejército romano, impotente ante el coraje de un puñado de valientes, que bla, bla, bla... De eso iba también la salvaje defensa de Breslau o la de Leningrado, o Iwo Jima, etc...

Lo que ocurre, y hay que tenerlo en cuenta, es que cuando se emplea o se jalea esta técnica, se trata de también de incitar al adversario a utilizar más violencia, utilizarla de forma más intensiva, y en el caso de asedio a ciudades, se trata de inducir al asaltante a asesinar más población civil. 

La clase de propaganada que aceptamos o que damos por buena también es determinante, y mucho, en el modo en que se desarrollan los acontecimientos. Si alentamos ese tipo de argumentos, nos estamos poniendo del lado de los que quieren más fuego, más sangre y más destrucción. Nos ponemos de parte de los que parecen meter prisa, como si dijeran: "¡Mira oye, no eres tan fuerte porque tu enemigo aún respira!" 

¿Os imaginais eso en un combate de boxeo? Oye, que estamos en el primer asalto y el otro aún respira. Fuese cual fuese la relación de fuerzas entre los dos púgiles, esa frase sería igualmente inaceoptable. Y con razón.

Pues en esta guerra, que lamentablemente va para más que una semana, se están dando demasiado a menudo reacciones de ese tipo. 

Un poco de prudencia, por favor, que nio estamos en un videojuego.


Los corresponsales en Kazajistan

 

Los corresponsales en Kazajistan, enviados por diversos medios, nos cuentan que la situación en ese país es muy preocupante. Su descripción de los hechos, y los testimonios que nos envían de los grupos combatientes, dejan bien claro que el problema puede tener su origen en algo distinto a la subida del precio de los carburantes.

Pero oye, no, ¿qué estoy diciendo? ¿De qué corresponsales hablo? Allí no ha enviado nadie a ningún corresponsal. Las imágenes que nos llegan son las que Twitter quiere y las que el gobierno local no censura. Y si han metido apagón a internet, nos llegará solamente lo que le dé la gana a quien tenga el poder suficiente para saltarse ese apagón.

No habrá declaraciones locales. No habrá gente investigando qué pasa. No habrá análisis. No habrá alguien fotografiando de cerca a los insurgentes para que podamos opinar si son islamistas, o mercenarios americanos pagados para que Rusia desvíe los ojos de Ucranias porque le ha salido otro grano en el culo. 

Nos meten imágenes de archivo y nos las tragamos.

 Ilustran la llegada de dos mil paracaidistas con una foto de camiones y blindados, y nos lo volvemos a tragar.

Sueltan cualquier chorrada en forma de eslogan y creemos que nos hemos enterado de algo.

Con el paso del tiempo, parece que ha crecido la impresión de que lo sabemos todos y , sin embargo, ha decrecido la información real que recibimos. Sin corresponsales de los que nos fiemos, más o menos, no podemos saber lo que pasa allí ni en ninguna otra parte. ¿Qué fue de los refugiados que se agolpaban contra la frontera polaca? ¿Desistieron o los dejaron pasar? Nadie lo sabe. Se acabó el circo y punto. Nadie estaba allí para verlo. Nadie para investigar otra versión que la oficial. Nadie para preguntar a un refugiado cualquiera y no al que seleccionó, cuidadosamente, alguna oficina de prensa.

En Kazajistán nos pueden colar un documental de los años noventa con la misma facilidad que una cinta de Hollywood  o una grabación de hechos reales. Da igual.

En Kazajistán no hay nadie viendo lo que pasa. No tenemos ni puta idea de lo que ocurre ni de las razones para que ocurra. No estamos allí. 

Lo demás, son milongas.


Es imposible que la vacuna falle (un razonamiento cínico)



 En breve comenzarán las vacunaciones contra el COVID19, y mientras el debate se centra en la seguridad de la vacuna, o en si es mejor que se la pongan antes los políticos que los ciudadanos, lo cierto es que, con un poco de lógica, se puede llegar a la conclusión de que la vacuna va a a funcionar necesariamente, al menos durante un tiempo.

¿Y por qué afirmo algo así? Porque una vez que se haya vacunado a una parte importante de la población, ya no se podrán seguir haciendo PCR ni test de antígenos masivamente. Una vez que se haya empleado la vacuna hay que reducir el número de pruebas, y al reducirse la pruebas se reduce también el número de infectados.

¿Os dais cuenta de que los vacunados darían positivo, no?

Pues esa es la clave. Si los vacunados daban positivo, hay que dejar de hacer pruebas y se reduce el número de casos publicados. Además, un vacunado sigue dando positivo bastante tiempo, así que sólo hay dos opciones: o se pone realmente enfermo, o está sano y vacunado. Hay enfermos asintomáticos, sí, pero no va a haber vacunados infectantes y asintomáticos, porque esos no son tan fáciles de detectar.

¿Cómo se detecta a un vacunado contagioso, amigos? ¿Qué ocurre con ese grupo de gente que se ha puesto la vacuna, no enferma, pero contagia a los que aún están sin vacunar?

Pues ya os lo digo yo. Esa gente no existe. Y se acabó.

Como no van a existir todos los casos que dejen de detectarse al reducirse el número de pruebas.

Por eso va a funcionar la vacuna: porque sólo con reducir el número de test, ya soluciona bastantes problemas. Problemas estadísticos, sobre todo, pero menos da una piedra...


El miedo, la cajera y el maestro

Todo el mundo dice que tiene miedo. Y es normal.

Ante el regreso de la actividad, aumentan los riesgos. Y va a ser así durante bastante tiempo. Pero la pregunta importante cómo estamos gestionando los riesgos y cómo pensamos gestionar el miedo.

De momento, nos mantenemos en el viejo aserto de que el miedo es libre. De acuerdo. ¿Pero es también gratis? Por supuesto que no.

Una cajera de supermercado tiene que asumir los riesgos y tragarse el miedo. Lo mismo sucede con los policías y los servicios de emergencia. Lo mismo, pero en otro orden de magnitud, sucede con los sanitarios. Podemos seguir con los servicios de limpieza, los transportistas y un sin número de profesiones que han tenido que mantenerse al pie del cañón para que el país no haya colapsado.

Y si estos tienen que estar ahí, ¿por qué el resto tiene derecho a tener miedo y quedarse en su casa?

Me parece muy bien que los maestros tengan miedo, pero que acudan a su puesto de trabajo, atiendan a los niños, y tomen las medidas que tengan que tomar. Me parece estupendo que los funcionarios de Hacienda tengan miedo, pero deberían haber ayudado a la gente a hacer su declaración en la campaña de la renta. me parece sensacional que los funcionarios del ayuntamiento tengan miedo, pero los que tengan que atender al público, que lo atiendan, como lo hacen los demás. Me parece correcto que los funcionarios judiciales tengan miedo, pero no se puede detener la justicia porque este o aquel papel pueden no haber sido desinfectados.

Porque resulta, y todos lo sabemos, que mucha de esta gente tan cauta, prudente y temerosa está ahora en las playas, en las fiestas y en las aglomeraciones de verano, entrando en contacto diario con decenas de personas.

Porque resulta que muchos pensamos que se trata de escurrir el bulto y que, ante semejante plaga de escaqueo, no estaría de más ponerle un precio al miedo y dar la oportunidad a quienes lo tengan de pedir una excedencia y quedarse en casa, pero sin cobrar un salario que pagamos todos.

Y entonces veríamos cuántos, de verdad, prefieren ser prudentes. Cuántos, de verdad, tienen circunstancias personales que les impiden arriesgarse.

Porque, cuando es gratis, cuando lo pagamos a escote, el miedo pasa a ser rentable. Y entonces se convierte en plaga. Peor que el virus, incluso.