En breve comenzarán las vacunaciones contra el COVID19, y mientras el debate se centra en la seguridad de la vacuna, o en si es mejor que se la pongan antes los políticos que los ciudadanos, lo cierto es que, con un poco de lógica, se puede llegar a la conclusión de que la vacuna va a a funcionar necesariamente, al menos durante un tiempo.
¿Y por qué afirmo algo así? Porque una vez que se haya vacunado a una parte importante de la población, ya no se podrán seguir haciendo PCR ni test de antígenos masivamente. Una vez que se haya empleado la vacuna hay que reducir el número de pruebas, y al reducirse la pruebas se reduce también el número de infectados.
¿Os dais cuenta de que los vacunados darían positivo, no?
Pues esa es la clave. Si los vacunados daban positivo, hay que dejar de hacer pruebas y se reduce el número de casos publicados. Además, un vacunado sigue dando positivo bastante tiempo, así que sólo hay dos opciones: o se pone realmente enfermo, o está sano y vacunado. Hay enfermos asintomáticos, sí, pero no va a haber vacunados infectantes y asintomáticos, porque esos no son tan fáciles de detectar.
¿Cómo se detecta a un vacunado contagioso, amigos? ¿Qué ocurre con ese grupo de gente que se ha puesto la vacuna, no enferma, pero contagia a los que aún están sin vacunar?
Pues ya os lo digo yo. Esa gente no existe. Y se acabó.
Como no van a existir todos los casos que dejen de detectarse al reducirse el número de pruebas.
Por eso va a funcionar la vacuna: porque sólo con reducir el número de test, ya soluciona bastantes problemas. Problemas estadísticos, sobre todo, pero menos da una piedra...
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