La reciente entrada de las tropas rusas en el conflicto sirio me hace concebir la esperanza de que al fin se concluya la sangría que sufre ese pueblo, o que al menos el sufrimiento no se prolongue durante décadas, como ha sucedido en Afganistán, destruyendo cualquier esperanza de futuro.
Y no baso esa esperanza en que Putin y los suyos sean más suaves o sepan intervenir de modo quirúrgico sino, paradójicamente, en todo lo contrario.
Durante siglos, para bien o para mal, Occidente supo hacer valer su fuerza militar para ganar las guerras, pero de un tiempo a esta parte parece que ya no somos capaces de ganar las guerras, o de conservar el terreno, de modo que cualquier sitio al que vamos se convierte en una especie de avispero enquistado que, a la larga, produce más destrucción y muerte que una acción verdaderamente decidida. Eso, si es que se quiere ganar, por supuesto, y no hacer una especie de paripé cuyos fines son muy distintos...
Aunque resultase obvio en otros tiempos, creo que es bueno repasar la vieja fórmula de la victoria:
-Me da igual cómo te llames:
Al que quiere ganar una guerra le dan igual las siglas del enemigo,. A un ejército en retirada no le puede bastar dejar de ser hoy ISIS para ser Al Nusra y mañana cambiar Al Qaeda o Frente Sirio de Liberación. Me da igual cómo te llames: te tengo calado y te voy a sacudir igual.
-Me da igual en qué bandera te envuelvas:
No importa quién dices qué te apoya, porque el que tiene las tropas sobre el terreno soy yo. Los rusos ya lo hicieron en Ucrania y les funcionó. Si de veras tus amigos lo fuera hasta el punto que dices, estarían aquí, pero como no están aquí, sino en un despacho en el quinto carajo, te puedes ir preparando. La realidad es lo que tiene: cuando tus amigos vengan, lo hablamos, pero entre tanto, reza lo que sepas...
-Me da igual bajo qué tejado te ocultes:
Esto es la guerra, ¿sabes? Si bombardearon Colonia o Hiroshima, también podemos bombardear el pueblo en el que te ocultas. Es jodido, no nos gusta, pero es lo que hay, y los de esa aldea harían bien en recibirte a pedradas o buscar el modo de que te vayas, porque ni eso te va a librar. El truco de alargar una guerra hasta el infinito escondiéndote en las escuelas no te va a servir de nada. La guerra se acaba mañana, con tu rendición o con tu entierro. Lo que gustes...
-Me da igual a quién utilices de escudo:
Que te he dicho que la guerra se acaba mañana. Ocultarse tras civiles es una marranada y una contravención de las normas internacionales, y no te va a servir. Es una lástima, pero te lo vamos a hacer entender muy pronto. En lugar de esconderte tras una pobre vieja, echa a correr o ríndete, porque a lo mejor tenemos que matar a la vieja, pero nadie te librará a ti...
Siento ser así de crudo, pero de este modo es como las guerras se acaban y se ganan. Los demás sistemas, los aparentemente humanitarios, sólo multiplican la sangre, el dolor y la destrucción. Lamentablemente, lo más humanitario no es siempre lo más flojo ni lo más contenido... Y si no se está dispuesto a entenderlo, o se cree que los tuyos no lo entenderán, mejor no te metas. Dedícate a fabricar relojes de cuco y a guardar en sótanos el oro de los demás, como los suizos, y no intentes arreglar la casa de nadie.
Que también es una forma de ganar.
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