Lo vengo leyendo cada vez más a menudo en la prensa internacional: parece que el plan de futuro pasa por desconfinar a la gente y pedir a los más vulnerables que extremen las medidas de autoprotección.
Suena muy bien, pero en realidad significa lo mismo que "sálvese quien pueda". O al menos, una versión edulcorada: el que tenga enfermedades previas, más de 60 años, o simplemente miedo, que se confine por su cuenta, que los demás tenemos más cosas que hacer que morirnos de hambre o ver como nuestros proyectos vitales se van mansamente a la mierda. Eso es lo que viene a decir.
La idea que está detrás es que no tiene sentido prohibir el azúcar a toda la población porque haya un porcentaje determinado de diabéticos. Son ellos los que deben vigilar su dieta, y el nivel de azúcar en sangre. Prohibirnos el azúcar a todos es una soberana estupidez.
La verdad es que no me parece una estrategia ganadora, pero tampoco me lo parece la estrategia actual de confundir las medidas sanitarias con las policiales, sin razonamiento alguno, sin más lógica que aplicar a todo el mundo unas medidas que dañan la salud física y mental de una mayoría de la población.
Salir a la calle puede ser un delito contra la salud pública, pero impedir que la gente haga ejercicio, o mantener a las personas confinadas en casa, cualquiera que sea la tipología de su vivienda, también es un ataque a esa misma salud pública.
Al final, no lo dudo, esto será lo que se imponga: paseos, deporte, distanciamiento social, y muchas, muchísimas medidas de autoprotección hasta que se conozca el grado de inmunidad que se genera o se pueda producir masivamente una vacuna, en caso de que la hubiese.
Pero la frase, la verdad, no inspira confianza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario