Aunque se trata de un tema que pasa de largo por las páginas de los periódicos y la programación de las televisiones, la conducta de la industria petrolera resulta bastante extraña en los últimos tiempos, y es más extraña aún porque ni siquiera están ocultando su estrategia.
Las petroleras están desinvirtiendo y ni siquiera ellas lo niegan. Tanto Shell, como Total, como casi todas las compañías multinacionales, han incrementado sus dividendos y se han lanzado a una agresiva política de venta de activos.
Los analistas bursátiles, si embargo, celebran este incremento de la rentabilidad pasando de puntillas sobre las causas, así que vamos a explicarlo, porque la cosa tiene mucha miga.
La industria petrolera, como todas, obtiene unos ingresos de lo que vende, soporta unos gastos operativos, y la diferencia es el beneficio, que puede destinar a reinversión o repartirlo entre sus accionistas. La diferencia con otra industria cualquiera es que en el caso de las actividades mineras extractivas, hay que dedicar una parte muy importante de los ingresos a abrir nuevos pozos, ya que los antiguos se van agotando.
Por lo tanto, el hecho de que las industrias petroleras estén repartiendo dividendos muy superiores a lo habitual, puede deberse a dos razones:
-Que estén ganando dinero a mansalva, que es lo que parece celebrar el mercado de valores.
-Que estén repartiendo como dividendo el dinero destinado a abrir nuevos pozos y realizar nuevas inversiones, que es lo que en realidad están haciendo y ni siquiera lo ocultan. Algunas, incluso, han anunciado que están pidiendo créditos para pagar dividendos, porque el resultado normal anual no llega ni para eso.
¿Una locura? Lo parece, pero no lo es tanto.
Su idea consiste en que dentro de uno o dos años, al no haberse realizado las inversiones necesarias, el petróleo comience a escasear, lo que llevará a una enorme subida de precios (que les beneficia) y en muchos casos al rescate público de estas industrias, ya que la sociedad seguirá necesitando el petróleo. La idea es repartir el dinero entre los accionistas, dejar las empresas en los huesos y esperar que los Gobiernos, o sea nosotros, las recapitalicemos con dinero de todos cuando llegue el momento en que veamos que si no lo hacemos se para la sociedad por falta de energía.
Por eso no les importa pedir prestado para pagar dividendos: porque esos préstamos no los van a devolver ellos, sino nosotros. Por eso no les importa repartir entre los accionistas lo destinado a reinvertir, porque vamos a reinvertir nosotros, y no ellos.
Saquear la empresa propia cuando estás seguro de que alguien te va a rescatar es un negocio más lucrativo que sacar petróleo. Y se han dado cuenta.