Uno de los fenómenos más llamativos en la vida política de los últimos años es el apoyo, casi incondicional, que el líder ruso, Vladimir Putin, recibe de la izquierda política europea, y más concretamente de sus bases sociales.
En cualquier foro de internet puede verse: los conservadores o liberales apoyan a la Uinón Europea, o a los EEUU, mientras los que se sienten más de izquierdas se posicionan frecuentemente cerca de las posturas de Putin en temas como Ucrania, la energía, o lo que en su momento surja.
Y el caso es que, curiosamente, Putin es, de todos los líderes actuales, el que más rasgos políticos y personales comparte con los líderes fascistas de los años treinta. Personalismo, nacionalismo, mano dura, burlas a la democracia, arbitrariedades en lo judicial, permamente amenaza del uso de la violencia como modo de resolver conflictos... Lo tiene todo, y la extrema derecha suele estar entusiasmada con él, algo del todo normal. Pero el caso es que la izquierda progresista le sigue apoyando. ¿Por qué?
El motivo más posible es el viejo forofismo, que al ser emocional y no racional es difícil de ser desarraigado. La izquierda apoya a Rusia por contraposición al imperialismo norteamericano, y considera a este país como el único que pude oponerse de manera efectiva a la hegemonía yanky. El hecho de que Rusia haya caído bajo el control de un régimen autocrático de derechas parece no importarle a nadie: son los rusos, los viejos soviéticos, los antiguos comunistas, los nuestros.
El caso es idéntico al que se pudo y aún se puede observar con muchos neonazis, que apoyan las decisiones de Alemania porque es su origen histórico, aun a pesar de que Alemania sea hoy un país democrático y terriblemente cuidadosos en sus leyes con cualquier signo de militarismo o discriminación. Da igual. Esa es su casa y por eso la apoyan.
A nivel psicológico, se trata de una simple incapacidad para entender que el mundo evoluciona, que los países y las sociedades avanzan y se mueven política y sociológicamente. Se trata de vagancia intelectual, de resistencia a abandonar el encasillamiento fácil y automático y de no tener que obligarse a reflexionar sobre quién es quién, hoy, ahora y en estas determinadas y precisas circunstancias.
Siguiendo el hilo argumental, y para terminar con una sonrisa, sólo me queda por recomendar a toda esa gente que deje ya, de una buena vez, de reírle las gracias a la exnovia. Se acuesta con otro.
Enhorabuena, sencillo y al grano...
ResponderEliminarHay mucha quimica entre rusos y españoles, pero no por ello vamos a caer en la ceguera de no ver lo que no interesa.
Para eso ya tenemos al PP, que sigue buscando a ETA tras el 11M.
Esa izquierda que no quiere ver la reailidad de Rusia, comete el peor de los pecados, es decir, los mismos que la derecha.
No quiero tener nada que ver con "esa" izquierda.
Yo soy software-libre, y mi sorpresa que IU quería endurecer el canon...
No se enteran, mas que idiologias lo que representan es una epoca betusta que las nuevas generaciones queremos pasar pagina.
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